En un proceso de diseño, la confianza es esencial, pero no es la única cualidad que un cliente debe aportar para que todo fluya sin problemas. Una actitud necesaria del cliente: paciencia, flexibilidad y compromiso.
Imaginemos que vas al médico. Qué haces cuando salís? Confías en su diagnóstico, sigues las indicaciones que te dan. Esto es lo que yo llamo tener valores.
Los que trabajamos en diseño, especialmente en reformas, sabemos que no todo siempre sale como lo esperamos. Y no siempre tenemos la culpa de que una obra se retrase o se complique. Hacemos todo lo posible para que el proyecto cumpla con las expectativas, pero necesitamos la colaboración de nuestros clientes para que la experiencia sea realmente positiva para todos.
A veces, en este camino de transformación, el cliente debe tomar un rol activo, pero también debe ser consciente de que no se puede hacer todo de inmediato ni sin ajustes. Aquí te dejo algunas actitudes clave que, cuando se encuentran, hacen que el proceso de diseño sea realmente exitoso y fluido.
Paciencia:
Los proyectos de diseño no se hacen de la noche a la mañana. Cada fase —desde la planificación hasta la ejecución— lleva su tiempo, y es fundamental que el cliente entienda que la calidad no se apura. A veces, los pequeños detalles son los que marcan la diferencia entre algo común y algo espectacular. Tener paciencia durante el proceso permite que cada pieza encaje correctamente, sin comprometer el resultado final.
Colaboración:
El diseño es un proceso conjunto. No se trata solo de seguir instrucciones, sino de trabajar en equipo. El cliente debe estar dispuesto a compartir sus ideas y expectativas, pero también debe estar abierto a escuchar y aceptar sugerencias del diseñador. Un proyecto de diseño realmente exitoso surge cuando ambos, diseñador y cliente, colaboran de manera fluida y respetuosa.
Confianza:
Como mencioné en un post anterior, la confianza es un pilar fundamental. El cliente debe confiar en la experiencia y el criterio del diseñador, permitiendo que este se tome el tiempo necesario para entregar un resultado que realmente se ajuste a sus necesidades. Una vez que se da este voto de confianza, el proceso se vuelve mucho más sencillo y efectivo, ya que ambos pueden concentrarse en el objetivo final sin preocuparse por detalles innecesarios.
Flexibilidad y respeto:
A lo largo de cualquier proyecto pueden surgir cambios inesperados. La flexibilidad del cliente para adaptarse a estos ajustes —ya sea en materiales, tiempos o decisiones de último minuto— es clave para alcanzar el resultado esperado. Además, el respeto hacia los plazos y presupuestos acordados muestra un entendimiento de las limitaciones y necesidades del proyecto, lo que ayuda a mantener el proceso organizado y armonioso.
Apertura a ideas nuevas:
Los diseñadores a menudo tienen propuestas que van más allá de lo que el cliente inicialmente imaginaba. A veces, lo que parece una idea inusual puede ser justamente lo que lleva el diseño a un nivel superior. Un cliente que está abierto a nuevas ideas puede descubrir soluciones que ni siquiera había considerado y que superan sus expectativas.
Compromiso:
Finalmente, el compromiso es esencial. El cliente debe involucrarse en el proceso, participar en las decisiones clave, pero también debe reconocer que el diseño es un proceso dinámico. Es importante mantener la visión central del proyecto, pero también estar dispuesto a aceptar que, en el camino, pueden surgir ajustes necesarios. El verdadero compromiso no solo radica en seguir el plan, sino en comprender que, a veces, para que algo sea perfecto, se debe adaptar a los cambios.
Al final, tener la tranquilidad de saber que el proyecto está en buenas manos y que se están haciendo las cosas con dedicación es fundamental. Porque en el mundo del diseño y las reformas, no siempre se trata de hacerlo uno mismo, sino de hacerlo bien. Y cuando cliente y diseñador están alineados, el resultado siempre es más que satisfactorio.
Y tener la tranquilidad de saber que el proyecto está en buenas manos y que el resultado será todo lo que esperábamos y más. ¡No siempre se trata de hacerlo uno mismo, sino de hacerlo bien! y disfrutarlo!